martes, 10 de mayo de 2011

Versus. Ensayo participante Estímulos 2011

El divorcio entre el oficio y el arte en la formación universitaria de la licenciatura en Artes Plásticas.

Yanin Elizalde Givaudan.

elizaldeana@hotmail.com

Una de las principales problemáticas actuales de la enseñanza universitaria en el área de las artes reside en el dilema de las artes académicas versus el arte conceptual, dicotomía que forma parte de la mutación del arte contemporáneo dado que este permanece en constante redefinición, provocando una dificultad de comprensión entre las diversas instituciones que conforman el sistema del arte.

En lo que confiere a la complejidad institucional educativa el proceso expansivo de los criterios del arte exigen la reestructuración en el programa de enseñanza, con la finalidad de que sus egresados puedan tener la posibilidad de acceder al circuito que legitima la autenticidad, difusión y consumo del arte contemporáneo.

Pese a la complicada trama de interacciones y cambios en el sistema cultural y del mercado del arte de hoy en día el programa de la Licenciatura en Artes Plásticas en múltiples casos, como lo es el de la Universidad de Guanajuato, continua estructurado a partir su primera conformación donde de la rígida enseñanza de las técnicas predominaban, tal es el caso de la especialización en las categorías de: pintura, escultura, grabado y fotografía.

Aunque consecuentemente al enfrentamiento de las fronteras del arte y la ampliación de sus cánones valorativos, el estatuto académico ha generado una tolerancia conceptual que permitió habilitar la transmisión del conocimiento del arte contemporáneo con una añadidura curricular, que ha resultado ser una especie enmendadura al programa, lo cual sugiere la pregunta ¿Cuál es la formación academica ideal de una escuela de artes en la actualidad?

Cuando existe un tejido interactivo entre el mercado y las instituciones, se debe tener un enfoque a la generación de conocimiento y producción artística, que satisfaga al autor y al circuito que se impone en la red del arte contemporáneo; por tanto es necesario y urgente que los estudiantes siendo artistas en formación tengan la opción de encontrar escuelas con un genero estético que propicie la formación de sus estudiantes en artistas y profesionales capaces de responder a sus propias inquietudes y a su vez logren satisfacer a los parámetros de los agentes del arte contemporáneo.

Cumplir con las exigencias de las redes del sistema del arte como lo son las grandes instituciones culturales: museos, galerías y fundaciones, asimismo sobrevivir a los efectos de difusión positiva o negativa de los críticos de arte, periodistas, agencias y curadores, entre otros actores que rigen la comunicación de este sistema, requiere de una formatividad integral, en el caso de la formación universitaria para que sea efectiva en todos los sentidos no debe estar fragmentada en posturas polarizadas respecto al modelo educativo y proponga una estructura que opere en las convenciones del mundo del arte actual.

Es pertinente señalar que la dificultad de configurar el arte conceptual con las prácticas tradicionales, surge con Marcel Duchamp quien provoca la división del oficio y técnica frente al concepto, poniendo en vigencia la aparición del artista no tradicional, herencia de las academias de arte europeas de práctica cerrada.

Actualmente lo propio de las escuelas de arte es sostener el valor ético de un título universitario, con la garantía dentro del programa educativo que permita la formación de un capital de conocimiento analítico y productivo no determinado solamente por el carácter técnico y en consecuencia genere la aparición del artista en el sentido estricto de la palabra.

Los integrantes de la sociedad universitaria, de acuerdo con el horizonte de las demandas de su entorno y sus inquietudes y proyectos profesionales deben aclarar los límites y configuraciones entre el divorcio de la técnica y el concepto, con la posibilidad de llevar a cabo una restructuración comprometida con todos los actores educativos y sus receptores, maestros y alumnos en un lenguaje y un proceso de conceptualización teórico-práctico que configure una obra de carácter universal, asimismo generar habilidades para la inscripción del egresado al mundo del arte, puesto que se encuentra en juego la legitimidad universitaria con el potencial de egresados y artistas susceptibles de convertirse en profesionales reconocidos.

Pero en la situación local en la licenciatura de Artes Plásticas, es importante otra conducción pedagógica especifica, es decir una organización complementaria y consensual que propicie la coherencia del programa de enseñanza y de la misma manera su ejecución, sin embargo en el caso de que existan posturas contradictorias que desean dos modelos educativos diferentes.

El aparato universitario de una escuela de arte, enfrenta la inestabilidad de criterios de validez del arte, pero puede constituir una cooperación interdisciplinar donde las aulas sean un lugar de producción de arte, dónde la credibilidad de los profesores se dirija a través de la palabra, la actitud y sobretodo mediante las obras que ponen en movimiento y que se establecen como referencia de su conocimiento y habilidades, para que por todos los medios convenientes los docentes y artistas transmitan a los estudiantes efectivamente las herramientas útiles para postularse como artistas en un futuro próximo.

Con lo anterior el trabajo de la escuela consiste en aclarar la estructura y cumplimiento de un programa dónde no se contrapongan las posturas del arte y los intereses e ideas personales mismos puedan contravenir en la formación más factible; sin embargo considero que no es un título, ni una cédula profesional la nos hace artistas, sino en cambio es la convicción, la disciplina y la decisión de serlo, la escuela tan sólo es un auxiliar que propicia el acercamiento al sistema del arte.

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